Nunca perder el vínculo con la sociedad

Juan Pablo Figueroa trabaja en el Laboratorio de Bioproductos de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana. Allí se produce el Biobras-16®, un bioestimulante para plantas que es uno de los productos emblemáticos de esa institución. En este capítulo vamos a estar conversando sobre dos proyectos, el Maxibras® y el Nanobras®, que buscan agregarle valor. Juan Pablo también nos contará sobre su experiencia en InCuba.uh, la incubadora de negocios de la universidad. Escucha este episodio en tus plataformas de podcast favoritas o aquí mismo haciendo click en el botón de play.


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A mí lo que me gustaba era la física y la matemática

Desde niño siempre me incliné por la ciencia y en el preuniversitario me dediqué al entrenamiento, a la preparación para concursos de conocimientos. Participé en los Concursos Nacionales de Química, fui ganador, fui miembro de la preselección nacional y participé en la Olimpiada Internacional de Química Bakú 2015. Todo eso me fue llevando a estudiar química. Antes a mí lo que me gustaba era la física y la matemática, pero una vez que uno empieza a conocer la química y se da cuenta que lleva mucha física y matemática, decidí darle una oportunidad de la que hoy no me arrepiento.

Entro en primer año en la Facultad de Química de la Universidad de La Habana y desde la preselección ya conocía al profesor Gerardo Ojeda que me había dado clases y había compartido con otros estudiantes de años superiores. Fui indagando sobre la investigación con ellos y uno de esos estudiantes me muestra el Laboratorio de Bioproductos, ahí donde hacen el Biobras 16®. “El laboratorio del Biobras”, así lo conocen la mayoría de las personas.  Y me vinculé al grupo, grupo que desde siempre fue muy caluroso, un ambiente de trabajo como pocos, todos muy unidos, muy compenetrados.

En “el laboratorio del Biobras” no hacemos fertilizantes

En el laboratorio nos dedicamos a producir moléculas sintéticas derivadas de productos naturales con fines agrícolas. Todo con el objetivo de estimular el crecimiento de la planta y estimular la defensa de la planta. No hacemos fertilizantes, lo que hacemos son compuestos que ayudan a optimizar el metabolismo de la planta para hacerlo más eficiente y que se estimule el crecimiento y la resistencia a las condiciones extremas del ambiente (sequía, salinidad del suelo, altas temperaturas, etc). Ese campo de la síntesis de moléculas que estimule la defensa de la planta es en lo que me encuentro enfrascado ahora mismo.

Hemos diseñado compuestos capaces de inducir una respuesta inmune en la planta. No hemos podido llevar a cabo los estudios in vivo, pero de acuerdo a estudios teóricos los compuestos sí podrían inducir una respuesta de defensa en plantas. Sería como “enseñar a la planta a defenderse” ante determinados patógenos, facilitar la resistencia a estas situaciones de stress.

La formulación líder hoy por hoy del grupo es el Biobras 16®, creo que todo aquel que de una forma u otra se haya vinculado a la Facultad de Química lo conoce. Es uno de los productos que aporta ingresos a la universidad y en sus inicios llegó a ser incluso el que más ingresos aportó. Es un bioestimulante para plantas, una formulación artesanal que se hace por nosotros mismos en el laboratorio. Una de las líneas de investigación es mejorar esa formulación, hacerla quizá una formulación de liberación controlada para prolongar el efecto una vez aplicada, disminuir los usos del producto en el ciclo de cultivo, etc.  La solubilidad en esto es un problema y entonces se buscan formulaciones que la incrementen para que el producto se pueda preparar en medio acuoso.

La ciencia tiene que ir mucho más allá de la inspiración del científico

En la búsqueda de estas formulaciones nos encontramos en el marco de la 5ta Ronda de InCuba.uh, la incubadora de negocios de la Universidad de La Habana. Yo creo que cualquier personal académico debe pasar al menos uno de sus seminarios o pequeños cursos. ¿Por qué? El ser académico se puede decir que te encierra en la burbuja del lenguaje técnico, donde puede que te dediques solo a hacer lo que se conoce como “ciencia básica” y yo comparto el criterio de que la línea que delimita la “ciencia aplicada” y la “ciencia básica” no existe.

Se nos dio entonces la posibilidad de participar en la incubadora, participamos como el equipo Maxibras®, un bioestimulante para plantas de liberación controlada. Diseñamos una molécula que ayuda a la planta a resistir a condiciones adversas, de fácil aplicación, amigable con el Medio Ambiente. Estuvimos durante 100 días de incubación pasando cursos de matketing, de design thinking, de modelos de negocio, etc., que te van aterrizando un poco de la nube que puede ser la academia. Esos cursos nos sirvieron para aterrizar concretamente lo que queríamos, no solo en esa investigación que continúa su desarrollo, sino para la vida en general.

Desde ese entonces yo veo que la ciencia tiene que ir mucho más allá de la inspiración del científico y la incubadora me ayudó a cultivar esa mentalidad. Hoy en día el laboratorio, en conjunto con el Laboratorio de Bioinorgánica de la Facultad de Química, está también cursando la ronda actual de InCuba.uh con el proyecto Nanobras®, basado en nanopartículas que soporten al principio activo del Biobras16® para su aplicación como protector de cosechas. Las cosechas una vez recolectadas son vulnerables al ataque de hongos y con este producto queremos protegerlas en el almacén, fundamentalmente a los tubérculos.

Como nosotros trabajamos asociados a la agricultura hemos tenido intercambios con productores, muchos de los cuales no tienen un nivel alto de escolaridad. Pero es increíble como creen en la ciencia y como confían en la ciencia. Y ayudan, han colaborado en estudios de campo obteniendo muy buenos resultados, y ellos son quienes aplican el producto y siguen las instrucciones que se les ofrecen. Y confían mucho en la ciencia y están abiertos a la colaboración con la academia, porque saben que es el futuro.

Tenemos que buscar vías para incrementar y hacer viables las producciones agrícolas desde dentro del país. Actualmente en Cuba se investiga en estos campos, el país no investiga solo sobre vacunas, que quizá puedan ahora tener un impacto mayor en la humanidad, pero esta también necesita alimentarse para vivir.

Curiosidad y no perder nunca el vínculo con la sociedad

Los jóvenes tenemos el poder del cambio, de las nuevas ideas, de tener una mente fresca y creativa, y eso lo tenemos que saber expresar y llevar esa creatividad a la realidad. Ese es nuestro papel fundamental. Eso un camino largo, arduo, difícil, donde nos topamos con muchos obstáculos porque las ideas nuevas, las ideas revolucionarias en ciencia son rechazadas al inicio en su mayoría. Entonces nos toca lidiar con esos obstáculos y tenemos que ser tenaces y perseverantes para lograr nuestros objetivos. No podemos decepcionarnos fácilmente si no nunca llegaremos a ninguna parte.

Todo eso sin dejar de lado que, jóvenes al fin, nos falta experiencia y debemos confiar y dejarnos ayudar por nuestros profesores, tutores y personas a nuestro alrededor que tengan más experiencia que nosotros. Entonces ese conjunto de experiencia y la energía que aportan los jóvenes en todos los sentidos es lo que realmente puede traer los cambios para bien.

La ciencia en general es un camino difícil en el cual el experimento que diseñas hay una alta probabilidad que no te resulte a la primera y que fracase. Pero si hay algo que caracteriza a los científicos es la perseverancia, esa tenacidad, esa paciencia a la hora de estudiar los fenómenos en los cuales centran su investigación.

Recomendaría curiosidad ante todo, preguntarse los “por qué”, los científicos nunca pasamos de la edad del “por qué.” No perder nunca el vínculo con la sociedad, con los demás sectores, salir de la burbuja académica, eso abre mucho la mente y el pensamiento y te ayuda a generar nuevas ideas. A veces, la solución a un problema no es una investigación para Premio Nobel y es algo que ya hace muchos años se investigó. Pero retomar esa investigación, actualizarla y ponerla como una solución en manos de quien esté sufriendo un problema determinado es lo más gratificante que pueda haber.

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